martes, 19 de abril de 2011

Mujeres objeto


Leí el otro día una noticia acerca de que la Federación Mundial de Bádminton va a obligar, en todos los torneos que organice, a llevar falda a todas las mujeres para "asegurar una atractiva presentación" de este deporte. Aunque pueda parecer una tontería, porque de hecho muchas de las jugadoras ya suelen llevar falda, la realidad es que para mí se trata de un hecho importante que además no es sino un reflejo del trato que se da a la mujer en nuestra sociedad.

Este hecho no es sino otro intento de popularizar el deporte femenino, pero no a través de la belleza o lo atractivo del deporte en sí, sino utilizando a la mujer como objeto de reclamo para el público masculino, por eso se exige que la vestimenta sea atractiva a ojos del público masculino y atraer a este para que se acerque a ver el culo y la sensual vestimenta de las chicas.

Esto no es algo nuevo en el deporte. De hecho, si cogemos como ejemplo uno de los deportes que más "igualdad" de seguimiento mediático e ingresos puede tener en su versión masculina y femenina, como es el tenis, podemos extraer diversas conclusiones. Si se pregunta a gente que no conozca demasiado el tenis, es casi seguro que como tenistas conozca sobre todo a Federer y Nadal, los dos mejores de los últimos años. Sin embargo, si se les pregunta a las mismas personas sobre tenistas chicas que conozcan, las más conocidas sean María Sharapova o Ana Kournikova, que sin entrar a valorar su carrera no son en ningún caso las mejores de los últimos años, y prácticamente nadie conozca a Justine Henin o Caroline Wozniacki, la actual número 1 del mundo. Esto es debido al buen físico de las dos primeras, que ha sido explotado una vez tras otra por diversas marcas comerciales y medios de comunicación, mientras otras muchas tenistas, de mayor nivel que ellas eran ignoradas e invisibilizadas en los medios de comunicación. Del mismo modo, es frecuente que en los medios de comunicación se preste más atención a la vestimenta de las jugadoras durante los torneos que a su juego, lo que no es sino el reflejo de una sociedad claramente machista que sólo entiende a la mujer como un objeto bonito del que presumir, en lugar de como personas que hay que valorar por sus actos y su capacidad de hacer en la sociedad.

Ante todo esto, siempre he echado de menos que se potencie desde los medios de comunicación deportivos más el deporte femenino y menos la mujer como objeto. La respuesta suele ser que el deporte femenino no interesa. Y yo respondo que en esta sociedad sólo interesa aquello a lo que se le da cobertura mediática. Un ejemplo de ello es la Fórmula 1 en España, que en los años 90 era desconocida para todo el mundo, y llegado un momento se empezó a seguir por los medios de comunicación y a "vender" en nuestro país, hasta llegar a ser uno de los deportes con más seguimiento, superando incluso al motociclismo que siempre había tenido infinidad de fans en España. ¿Qué pasaría si el deporte femenino llenase las mismas páginas de los periódicos que el masculino? Aseguro que el interés por el deporte femenino crecería hasta límites insospechados.

Pero no se hace ni se hará, porque en el sistema actual interesa tener a la mujer como objeto y no como "competencia" de los hombres para tener reconocimiento y poder. Interesa visibilizar a la mujer como un objeto bello y atractivo, porque lo bello y atractivo transmite a la vez que debe ser cuidado porque esa belleza que lo hace valioso puede ser frágil y débil. Esto fomenta un sistema en que el hombre debe cuidar a la mujer, y para cuidarla debe ordenar, mandar y evitarla el trabajo costoso, es decir, debe hacerla dependiente de él. Se educa en esto desde muchos ámbitos, y por ello, las mujeres aún a día de hoy, siguen estando gravemente discriminadas en las sociedades occidentales.

domingo, 17 de abril de 2011

Sociedad enferma

Cada vez estoy más convencido de que vivimos en una sociedad enferma, y a la que de algún modo hay que curar. ¿Por qué? Porque parecemos inmunes a los escándalos, porque actos que resultan bochornosos ante cualquiera que los observe, aquí se convierten en rutinas, donde son pocos quienes protestan, muchos quienes lo observan con resignación y hay incluso quien osa defenderlos. Tenemos numerosos ejemplos de todo esto, pero en los últimos días se dan varios que son dignos de resaltarse.

En primer lugar, se debe hablar de un hecho lamentable como es que en los tiempos de crisis y paro que existen, una empresa como Telefónica (Movistar) decida echar a la calle al 20% de su plantilla a pesar de tener grandes beneficios cada trimestre y, por si fuera poco, tienen el morro de incrementar en muchos millones de euros los incentivos para sus directivos. Y resulta que aquí casi nadie dice nada, como estamos en crisis parece que todo vale y que es lo normal. Sólo un partido político ha dicho algo, y es que Cayo Lara, coordinador general de IU, ya ha hablado de la necesidad de nacionalizar la empresa de telefonía. Y me parece lo más razonable, porque es algo que ya prevé la Constitución y está claro que con actuaciones como esta, Telefónica demuestra que lo privado no es mejor que lo público, salvo para unos pocos.

En segundo lugar, me parece alarmante la decisión tomada con respecto a la "procesión atea" que había convocada para el día 20 de Abril. No sólo no se permite la celebración de la misma, que ya me explicarán a mi el porqué, sino que encima se acusa a los convocantes de ¡terrorismo y genocidio! Sí, sí, han leído bien, porque en este país que año tras año aprueba y permite la realización de manifestaciones fascistas, racistas y xenófobas como las convocadas por DN o en el aniversario de la muerte del criminal Franco, ahora resulta que está mal intentar realizar una procesión atea.

Pero al margen de estos casos, hay muchos más con los que echarse las manos a la cabeza, como el hecho de que se invada Libia para echar a Gadafi cuando hace dos días se le estaba invitando a Madrid para entregarle las llaves de la ciudad, o cuando las armas que usa han sido vendidas por quienes ahora le invaden, dándose además la circunstancia de que todas las intervenciones hechas por la OTAN en los últimos veinte años han sido en lugares donde había importantes yacimientos de petróleo o gas.

Y claro, a todo esto no se le presta la debida atención porque lo realmente importante y que puede cambiar el destino del mundo sigue estando ahí. Y es que, ¿quién necesita preocuparse por la libertad de expresión, la crisis o la muerte de miles de personas cuando tenemos aún otros tres Real Madrid - Barça pendientes de disputarse?

viernes, 15 de abril de 2011

Una de música



Saliéndome un poco de la línea habitual del blog, voy a poner un poco de música de la que me gusta y con cierto mensaje reivindicativo o revolucionario, depende del caso. Además de escuchar lo que ponga, espero que se llene de comentarios con enlaces a otras muchas canciones. Iré editando la entrada con las que más me gusten, y para cuando tenga arreglado el Clio prometo hacerme un CD con las aportaciones de todos y todas.

Antes de nada, quiero decir que en primer lugar pondría dos canciones como son "La Internacional" y "Korsakov", pero como ya están colgadas en la parte derecha del blog, creo que no hace falta duplicar.

"A galopar" - Paco Ibáñez



"Canto a la libertad" - Labordeta



"¡Que vuelva la URSS!" - FRAC




"Como el viento de poniente" - Marea y Reincidentes


"Bella Ciao" - Banda Bassotti


"Vándalo" - Ska-p


"Ellos dicen mierda" - La Polla Records


"Cualquier día" - Piperrak


"Piedra contra tijera" - Soziedad Alkoholika


"Ska-lashnikov" - Boikot


"Dios salve al Rey" - Los Muertos de Cristo


"Killing in the name" - Rage Against the Machine


"Trabajador@s" - Los chikos del maiz

jueves, 14 de abril de 2011

A por la Tercera


No entiendo el debate entre República o monarquía.
Vivimos en una “supuesta” democracia, en la que se supone que los y las ciudadanas podemos elegir a aquellas personas que nos gobiernan y la mayoría aceptamos que eso es mejor que cuando los gobernantes eran impuestos. Entonces, ¿por qué una parte de la sociedad niega que deba ocurrir lo mismo en lo referente al jefe del estado?
Del mismo modo, tenemos una constitución que dice que todas las personas son iguales ante la ley, y la mayoría aceptamos que todas las personas deben tener los mismos derechos y deberes. Entonces, ¿por qué aceptamos que haya una persona, o mejor dicho, una familia que sea la excepción y tenga superioridad por ley a todas las demás?
No voy a entrar en el debate económico sobre los gastos que produce la corona al conjunto de los españoles, aunque el caso me parece sonrojante. Del mismo modo, tampoco entraré a valorar el hecho de que el mérito para acceder al trono por parte del rey no fuera más que tener la bendición de Franco. Y por último, no me pelearé por el hecho de que el único argumento a favor de que el rey y sus sucesores se mantengan en el trono por los siglos de los siglos es que trabajó un 23 de Febrero y debemos estarle agradecidas y agradecidos.
No hace falta entrar en todo eso, porque la realidad del debate se centra en si reconocemos que todas las personas debemos tener los mismos deberes y las mismas obligaciones, entre ellas debe estar el derecho a poder ser elegidas como jefes o jefas del estado, así como la libertad de poder tomar parte en la decisión de a quién se elige. De hecho, aunque se esté de acuerdo con la supuesta “gran labor” que hace Juan Carlos I como jefe del estado, o en que el mejor sustituto suyo sea su hijo, nada les impediría presentarse a unas futuras elecciones a la presidencia de la República, y nada impediría a todas y todos sus seguidores votarles. E indiscutiblemente, nadie puede argumentar a favor de que los hijos de Felipe, sus nietos y demás sucesores vayan a ser los y las mejores preparadas, porque aún no tienen ni uso de razón.
Sin embargo, profundizando en el debate, de lo que uno se da cuenta, es de que el miedo real que existe es a que al revisarse nuestra constitución, hecha en un momento donde se partía de la inexistencia de democracia y con la espada sobre las cabezas de los que apostaban por ella y que temían perder sus esperanzas de acabar con el régimen fascista si tensaban demasiado la cuerda, se revisen también otros apartados con el fin de profundizar en el sistema democrático, acabando de este modo, entre otras cosas, con las ventajas que el sistema electoral brinda a los dos partidos mayoritarios.
Porque la II República fue la mayor experiencia democrática de la que ha gozado España y seguirá siéndolo aunque me pese por bastante tiempo aún. Pero está en nuestras manos el luchar por una democracia mejor de la que tenemos, por una democracia real, en la que el voto de todos y todas las ciudadanas se tenga en cuenta por igual y donde nadie sea más que nadie, y acabemos de una vez por todas con privilegios e instituciones de la época feudal.
Por todo esto y mucho más:
¡VIVA LA REPÚBLICA Y A POR LA TERCERA!

martes, 12 de abril de 2011

Competencia perfecta

En esta entrada voy a analizar una de las bases en que se fundamenta la economía capitalista, de libre mercado y defendida actualmente por las tesis neoliberales. Una de estas bases teóricas es la libre competencia, que en su grado máximo llevaría a una situación de competencia perfecta.

¿Por qué se caracteriza la competencia perfecta? Las características son básicamente las siguientes: existen infinidad de vendedores y compradores; los productos que ofertan los vendedores tienen características similares; no existen barreras a la entrada o salida del mercado (es decir, cualquiera puede poner una empresa sin costes previos y cualquier empresa puede cerrar cuando lo crea conveniente); los consumidores tienen información perfecta y gratuita sobre las características y precios de los productos.

Sobra decir que estas características no se pueden llegar a cumplir nunca, para empezar porque para montar una empresa siempre se va a tener barreras a la entrada (el coste de constituirla, de comprar las materias primas, el local, la publicidad necesaria...), los consumidores no tienen imformación accesible y gratuita sobre todos los productos y precios...

Pero eso no es lo importante, porque lo que quiero mostrar es que incluso cumpliéndose los principios de competencia perfecta, sus conclusiones y sus supuestos beneficios son totalmente falsos.

¿Qué conlleva la existencia de competencia perfecta? Según la teoría económica capitalista, la competencia perfecta lleva a que los precios se determinen según la ley de la oferta y la demanda sin que ningún vendedor tenga poder para subir el precio, ya que eso determinaría que nadie comprase su producto. De este modo, en aquellos sectores que tuvieran beneficios, al no existir barreras a la entrada, cualquiera podría entrar a vender dichos productos y el precio, al incrementarse la demanda, bajaría. Esto produciría que al final, el precio en que se estabilizaría, sería aquel en el que el beneficio fuera cero, ya que entonces no habría nuevos vendedores dispuestos a entrar en el mercado. Es decir, según la economía capitalista, la competencia perfecta lleva a que las empresas productoras no tengan beneficios y vendan sus productos sólo por lo que les cuesta producirlos.

Sin embargo, esta teoría obvia algo que es de vital interés: NADIE pone una empresa para no ganar dinero. Es decir, el precio al que cualquier empresa venderá sus productos será aquel que cubra costes y le produzca al menos el beneficio esperado. Incluso aceptando que el precio pudiera bajar hasta equipararse al de beneficio cero para el productor, esto supondría o bien la salida del mercado de la mayoría de las empresas, con lo que la oferta se reduciría drásticamente y las empresas supervivientes podrían elevar el precio cuanto quisieran, o bien que las empresas que operen en el mercado lleguen a acuerdos para no bajar el precio por debajo de un límite, ya que si no lo hacen su beneficio se acabaría.

Aclarado esto, cabe preguntarse como es la competencia perfecta aplicada al mercado de trabajo. Esta competencia llevaría a que todos y todas las trabajadoras deban competir entre sí para obtener un puesto de trabajo por el mínimo sueldo posible para garantizar su propia supervivencia. En el mercado de trabajo además se dan la mayoría de condiciones de la competencia perfecta, o al menos en mucha mayor medida que en los mercados de bienes y servicios, ya que existen numerosos y numerosas vendedoras (trabajadores/as), no hay en principio barreras a la entrada (no hay que pagar para empezar a trabajar), las empresas (consumidoras de fuerza de trabajo) disponen de información sobre los productos (a través de currículums, entrevistas de trabajo, pruebas de selección, o del período de prueba de 15 días), y además cuanto menos especializado es el trabajo, más homogéneas son las características de los y las trabajadoras. En esta situación, según la teoría de la competencia perfecta, se da inevitablemente la situación de que el precio de la mano de obra baja hasta los niveles mínimos posibles que garanticen la supervivencia de quienes trabajan.

Ante este panorama, sólo se puede concluir que las supuestas ventajas de la competencia perfecta del sistema capitalista, se aplican casi en exclusividad al mercado de trabajo, con lo que aquello que en teoría suponía unas ventajas del consumidor en contra del vendedor, se convierte en ventajas para las empresas en detrimento de los y las trabajadoras. Por ello, se hace necesario que el estado regule la economía y el mercado de trabajo, así como que los trabajadores lleguen a acuerdos al igual que lo hacen las empresas, ya que es el único medio para asegurar que el precio de la mano de obra no bajará por debajo de unos límites.

miércoles, 6 de abril de 2011

Comando Fuenla


Desde que estaba en el instituto, siempre he estado interesado en cambiar la sociedad. Siempre he visto que vivía en un mundo que no acababa de encajar conmigo. Algo me decía que las cosas no iban bien, la injusticia se palpaba en cualquier sitio, el egoísmo estaba y se incentivaba desde todos los ámbitos aunque no se dijera. En la familia nos dicen, tú preocúpate de tus cosas y no te metas en líos de otros, no seas tonto. Los amigos y amigas nos dicen, eres tan bueno que pareces tonto, no hagas tanto por los demás. Y en la escuela, allí donde deberían educarnos y enseñar unos valores, se nos incita a ser mejores que nuestros compañeros y compañeras, a no ayudarnos porque el de al lado se aprovechará de nuestro trabajo, a competir en lugar de colaborar.

Tardé tiempo en encontrar un espacio en que no todo era así. Conocí el mundo asociativo y vi que había gente que estaba dispuesta a dejarse los cuernos por los demás a cambio de nada. Personas que luchaban por aquello en lo que creían. A partir de eso, mi forma de ver las cosas fue cambiando poco a poco, casi sin darme cuenta, todo fue tomando forma y supe qué quería.

Quería cambiar el mundo. Pero no tardé en darme cuenta que para cambiar el mundo hace falta cambiar a quienes mandan o, al menos, a quienes deberían tomar las decisiones. Y para ello, había que participar en la política. Porque la política determina muchísimas cosas. La política determina si tenemos que pagar o no por ir al médico, que el colegio de nuestras hijas sea mejor o peor, que en nuestro barrio tengamos espacios para el ocio que queremos, o que cuando lleguemos a cierta edad podamos o no jubilarnos dignamente. La política lo determina todo, y si no me gustaba la política que se llevaba a cabo, debía luchar por cambiarla.

Tuve una primera desilusión donde no encontré aquello que estaba buscando, no encontré gente como yo, idealista y dispuesta a luchar, sino que encontré personas que aspiraban a tener empleo fijo afiliándose a un partido político. Aquello me hizo abandonar por un tiempo y creer que estaba equivocado, que no era posible cambiar nada.

Y eso pensé hasta que un día, saliendo de fiesta, me encontré con alguien a quien había conocido mientras participaba en mi primera, frustrada, breve y decepcionante aventura política. Nos saludamos, le pregunté que tal le iba y al saber que seguía participando como cuando le había conocido, a pesar de estar casi solo en su lucha, sentí curiosidad por saber cómo lo hacía y si podría ayudarle en algo. Así lo hice.

Cuando entré éramos sólo cinco personas activas en el grupo de Jóvenes de IU Fuenlabrada. Y aún así se hacía mucho más que entre las muchas personas que había en mi primera experiencia política. Se notaban ganas, interés, ideas, y sólo la falta de manos ponía el límite. Desde entonces, poco a poco, hemos ido creciendo, hemos multiplicado nuestro número por más de tres en un año y medio, y queremos ser más, porque para cambiar el mundo hacemos falta muchos. Ha entrado gente nueva, hemos logrado que colabore gente que dejó de participar tiempo atrás, pero sobre todo, las ganas de cambiar las cosas, luchar y concienciar están más vivas que nunca, a pesar de que nos duelan los pies de zancadillas, a pesar de que nos duela la cara de las ostias que nos llevamos, a pesar de todo, cuanto más difícil nos lo ponen, más ganas tenemos.

Porque sabemos el porqué de esas dificultades, que es el miedo a que seamos capaces de transmitir nuestras ideas, de llegar a más gente, de convencer trabajando, porque hay quien sabe que entonces no podrá mantener su privilegiada posición y deberá dejar su asiento o ponerse a trabajar con y para los demás, y eso no interesa. Pero todos y todas nosotras sabemos que poco a poco, trabajando y luchando seremos capaces de cambiarlo todo, no para coger el mando, sino para que exista una verdadera democracia real en la que todos y todas podamos participar en igualdad.

Por ello, porque me han hecho creer en la política de nuevo y saber que hay gente que cree en lo que hace, y hace lo que dice, quiero agradecer en esta entrada la labor de todas y cada una de las personas que participan activamente en Jóvenes de IU Fuenlabrada, o lo que es lo mismo, al "Comando Fuenla". Pero muy especialmente quiero agradecer su labor a las dos personas que encontré la primera vez que fui a participar y no han traicionado lo que decían entonces. Gracias a Bea, porque da todo lo que tiene y más por quien haga falta y porque trata de mejorar día a día. Y por supuesto, gracias a Juan Carlos, porque es alguien a quien admiro y de quien he aprendido muchísimo, y que sin saberlo, hoy me ha demostrado muchas cosas que ya pensaba de él.

Al resto del Comando Fuenla, sólo os digo que sois ya imprescindibles, todos y todas, así que: Raquel, Luis, Aitor, Bob, Carmen, Alejandro, Alfredo, Jorge, Dani y alguno más que seguro que se me olvida, gracias por estar ahí y demostrarme que no estoy sólo, luchando a cambio sólo de defender unas ideas. Y a quien lea esto, le animo a que se una a este grupo, o a otros que hay en muchos lugares, y que participe y luche por aquello en lo que cree. Porque la única batalla que se pierde es la que no se libra.


Libertad

La libertad es uno de los valores fundamentales de los que dice defender el neoliberalismo, que no es sino una vuelta al capitalismo en su versión más pura. Se habla de libertad económica, libre mercado, libre comercio, contratos libres…
Según la visión capitalista, un acuerdo libre se produce cuando dos personas llegan libremente a intercambiar una cosa por otra, y por ello se defiende que el estado no debe poner normas a esos intercambios, hablando de flexibilidad del mercado cuando en realidad piden la eliminación de las normas que lo regulan.
Ahora bien, supongamos una sociedad con dos personas, una de las cuales es propietaria de todos los medios de producción, tierras, materias primas y alimentos, y la segunda persona posee, tan sólo, su fuerza de trabajo. La segunda persona tendrá que trabajar para la primera, ya que de lo contrario no tendrá posibilidad de acceder a nada, ni siquiera a los alimentos. Por otra parte, a la primera persona le vendrá bien la ayuda de la segunda, y querrá que le ayude, pero en caso de no ser ayudado no le supondrá un grave problema ya que en principio tiene acceso a alimentos y otros bienes materiales que le pertenecen. En principio cada uno intentará salir lo más beneficiado posible. Sin embargo, ¿qué pasará si no llegan a un acuerdo? La primera persona no obtendrá los beneficios de tener la ayuda de la segunda, pero esta probablemente morirá de hambre. Ante tal panorama, parece claro que la más obligada a llegar un acuerdo será la segunda, y que en última instancia, aceptará trabajar cuanto tiempo haga falta a cambio del alimento mínimo indispensable para no morir de hambre.
¿Es esto justo? ¿Sería ese acuerdo un acuerdo libre? Bajo mi punto de vista, dicho acuerdo es como si alguien estuviera poniendo una pistola en la cabeza a la segunda persona para que aceptase el trato, y para que haya un acuerdo libre no debe de haber coacción.
Habrá quien piense que esta es una situación ficticia, que no existe en la realidad. Pero sólo hay que ponerse a pensar en todas esas familias que existen en cualquier sitio, en que todos sus integrantes están en situación de desempleo y no disponen de ningún ingreso. ¿No se parece la situación a la de la segunda persona del ejemplo? Añádanle además que en la realidad, esas personas no sólo tienen que comer ellas, sino que tienen que llevarles comida a sus hijas e hijos, y en una amplia mayoría tienen aún que pagar la hipoteca de su piso. La realidad muchas veces supera a la ficción, ¿no se ven estas personas obligadas a aceptar cualquier trabajo, a cualquier precio, con tal de llevar algo de comer a su boca y a la de su familia? Y es por eso que se hace necesaria la regulación del salario mínimo, la prestación por desempleo, la indemnización por despido o la limitación de la jornada laboral máxima, para evitar la explotación de aquellas personas que se ven obligadas a aceptar cualquier trabajo por sus penosas circunstancias económicas.
Pero no es suficiente con eso, porque para que exista libertad es imprescindible tener las necesidades básicas cubiertas, porque de lo contrario siempre existirá coacción ante la posibilidad de no tener qué comer o donde dormir. Y por ello, desde aquí reclamo la necesidad de sumar a otros servicios básicos casi universalmente cubiertos en nuestro país, como son la educación o la sanidad, la necesidad de implantar una renta mínima básica y universal, que garantice el acceso a manutención y alojamiento a todas las personas. Y mientras eso no esté cubierto, nadie podrá hablar de libertad y acuerdos libres entre aquellos que poseen los medios de producción y quienes no tienen más que su fuerza de trabajo.
Sé cuál es la siguiente pregunta, y todo esto, ¿cómo se paga? La solución es sencilla, el estado deberá implantarlo y el dinero se obtendrá en el momento en que se lleve a cabo una reforma fiscal progresiva, donde pague más el que más tiene y no el que más trabaja, y donde las rentas del capital no tributen menos, sino más, que las rentas de la clase trabajadora. Porque la labor del estado no es beneficiar o contentar a los poderosos y las grandes empresas como se nos vende día tras día, sino garantizar el mejor nivel de vida posible al conjunto de la ciudadanía.
Y por eso mismo, por la misma naturaleza del estado, debe intervenir socialmente en la economía, es más, debe dirigirla y orientarla al bien de la clase trabajadora, y por ello, el socialismo es la única alternativa para que la libertad real exista. Porque el capitalismo no es ni será nunca más que la libertad para que una clase se imponga a otra. Es decir, la libertad de la clase que tiene la propiedad de los medios de producción de imponerse sobre la clase trabajadora. Y por mucho que se maquille, o parches que se le pongan, el capitalismo está orientado a ese objetivo, y lo único que se puede conseguir es que se note más o menos esa imposición, pero nunca desaparecerá mientras no se acabe con el sistema que provoca la opresión de la clase trabajadora.