martes, 6 de noviembre de 2012

Soldados y Reyes

Érase una vez, hace muchos muchos años, en un lejano reino, se encontraba el Rey Juan en su inmenso palacio un poco aburrido. Como no sabía qué hacer, ya que contaba con sirvientes que le limpiaban la casa y hacían la comida, decidió salir a dar una vuelta aprovechando que hacía calor.

Tras un rato caminando, una niña se dirigió a él.

-Buenos días.

-Buenos días, muchacha -respondió el Rey Juan.

La niña se quedó mirando al Rey de arriba a abajo, sorprendida porque era la primera vez que veía a alguien con tan elegantes ropas y adornos.


-¿Quién es usted? -Preguntó al fin.

-Soy el Rey Juan, ¿y tú como te llamas, muchacha?

-Me llamo Gracia, señor -su sorpresa crecía, pues acababa de conocer al Rey.

-Encantado de conocerla -respondió el Rey Juan dispuesto a proseguir su camino.

-Perdone -le entretuvo la niña -, todos esos adornos, esa capa, y esas ropas tan lujosas, ¿las lleva usted por ser Rey?

-Claro, muchacha, un Rey no puede ir por ahí vestido de cualquier manera.

-¿Y qué hizo usted para ser Rey, señor?

-Pues hace muchos años este reino estaba gobernado por un señor muy malo, y yo tuve que enfrentarme a él y todos sus soldados, hasta conseguir vencerlos a todos y echarlos de aquí.

-Jope... -la niña quedó boquiabierta -Pero... debe ser usted muy fuerte para haber ganado a ese señor malvado y a todos sus soldados, ¿no? ¿Como lo hizo usted solo?

-Jeje -sonrió el Rey Juan -. No, muchacha, no lo hice sólo yo, sino que junto a mi también lucharon más soldados.

-Ah, ya entiendo -respondió la niña, antes de torcer el gesto y hacer una última pregunta -. Pero entonces, ¿por qué el resto de soldados no son reyes también?

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