jueves, 6 de diciembre de 2012

Luchar, organizar y vencer

Vivimos una época complicada. Vivimos una época de crisis. Crisis de un sistema que funciona para los intereses de unos pocos que lo dirigen y en contra de la mayoría trabajadora. Hasta ahí la mayoría podemos estar de acuerdo, y eso es importante porque significa reconocer que la crisis actual no es un fallo en la aplicación del sistema capitalista, no es un problema de como se ha gestionado, sino que es una consecuencia del propio sistema y de los objetivos que persigue la clase dominante que lo sostiene y dirige.

En esta situación, la alternativa que nos queda si no queremos ser esclavos de esa clase dominante es luchar contra el sistema, eso es lo que hacemos muchas personas, que cada día somos más, y estoy seguro de que seguiremos creciendo en cantidad y, gracias al aprendizaje colectivo, también en calidad.

Sin embargo, echando un vistazo rápido se puede ver que hay numerosos colectivos y entidades que pretenden luchar contra el sistema desde distintos ámbitos, como puedan ser ciertos partidos políticos, plataformas y organizaciones sindicales, vecinales, ecologistas, feministas, por el derecho a la vivienda, republicanas, juveniles, estudiantiles... Y también movimientos que pretenden aglutinar todas esas luchas para promover un cambio de radical en el sistema (entrarían aquí por ejemplo el 15M, Izquierda Unida o el Frente Cívico Somos Mayoría, que sin entrar a valorar si lo consiguen en mayor o menor medida, al menos es lo que pretenden).

Las preguntas que nacen nada más observar esto son claras: ¿Como se puede organizar esto? ¿Son necesarias tantas organizaciones? O por el contrario, ¿es necesario unirlas? ¿O tal vez que las pequeñas se integren en los movimientos amplios que aglutinan todas las luchas a la vez?

Son puntos controvertidos, pero voy a tratar de dar unas pinceladas que quizá ayuden a la reflexión y el debate para organizar mejor la lucha con el objetivo de vencer. Recordemos que se parte de un objetivo, que era nada más y nada menos que cambiar el sistema actual que prima los intereses de la clase dominante sobre los intereses de los de abajo, del 99%, de la clase trabajadora. Ante este objetivo, parece claro que será necesaria la participación y la unidad de la mayoría social para poder derrotar a los de arriba. Por ello, la primera idea que se le viene a uno a la cabeza es que los movimientos amplios, que atacan al sistema agrupando todas las luchas son la solución, ya que posibilitan que en su interior quepan todas las luchas y al mismo tiempo son amplios como para que en su interior puedan trabajar diversas corrientes o posturas ideológicas.

Sin embargo, cualquiera que haya participado u observado algún movimiento de este tipo, podrá constatar ciertas deficiencias. Destaco varias que me parecen importantes:

  • La organización en un solo movimiento que integre al conjunto o mayor parte de la ciudadanía, que sea a la vez participativo, democrático y capaz de reaccionar con agilidad cuando se requiera, es sumamente compleja.
  • La participación de toda la población en un mismo espacio crea dificultades, y más en un momento como el actual en que la mayoría de las personas no estamos formadas ni acostumbradas a participar y elaborar de forma colectiva.
  • Las prioridades de todas las personas pueden no ser las mismas y, aunque se convenga en la necesidad de agrupar todas las luchas, en ocasiones se deberá priorizar unas batallas u otras, lo que puede ocasionar rupturas, desapego o problemas a la hora de actuar o mantener la unidad.
  • Los liderazgos surgen en todos los grupos de personas, ya sean formales o informales como un simple grupo de amigos. Estos liderazgos pueden ser explícitos o implícitos, así como en forma de personas o en forma de corrientes de opinión. En cualquier caso, esto es prácticamente inevitable, y en ocasiones, y más cuanto más grande es el grupo y menos contacto directo hay posibilidad de tener entre los y las participantes, provoca recelos, diferencias o divisiones, así como hartazgo de quienes componen el grupo.
  • La debilidad. Todo movimiento que pretenda derrocar al sistema existente debe tener en cuenta los ataques que recibirá por parte del propio sistema, y que estos serán mayores cuanto más grande o peligroso resulte el propio movimiento. Ante esto, una sola organización me parece sumamente expuesta a dichos ataques, ya que bastará desacreditar a sus líderes o referentes (sean reales o inventados por el propio sistema) o aprovechar cualquier equivocación, por mínima que sea, de la organización en una sola de sus acciones para poner en duda la totalidad del movimiento. No hay que olvidar que el sistema es el propietario de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, y los usa sin dudarlo para sus fines.
  • La adaptación de una organización inmensa, un monstruo que englobe a la mayoría social, a los diferentes escenarios de lucha que en muchas ocasiones son cambiantes es bastante menor que la posibilidad de adaptación al cambio de organizaciones más pequeñas.
Ante este análisis y otras problemáticas para la formación de frentes amplios, puede parecer que la solución es optar por organizaciones más pequeñas que no tienen tantos problemas, que son más cercanas y en las que es posible trabajar de manera más horizontal e inclusiva. Sin embargo, realizar una lucha por separado tiene múltiples y variados problemas, algunos de los cuales son los siguientes:
  • La coordinación de una lucha global contra el sistema es complicada si cada uno funciona por separado, y cuanto más atomizadas estén las organizaciones, más complicado será que sus acciones y reivindicaciones sean visibles si no existe una comunicación y coordinación constantes con el resto de organizaciones y ámbitos de lucha existentes.
  • La competencia y rivalidad se acrecenta cuando las organizaciones trabajan por separado. Cada una quiere crecer y fortalecerse, y en muchas ocasiones esto se produce a costa del crecimiento de otras en lugar de a costa de reducir la influencia del sistema. Muchas veces se cae en convencer de que otras organizaciones no son buenas o necesarias, sumando a los ataques que el propio sistema realiza otros ataques provenientes de movimientos que sí que comparten el objetivo final, incidiendo negativamente en la lucha y actuando sin quererlo a favor del propio sistema que se quiere destruir.
  • El aprendizaje, intercambio de ideas y la suma de fuerzas son menores cuanto más pequeños y fraccionados son los colectivos y sus luchas, suponiendo un problema para la lucha.
En este escenario, parece que ni la lucha en un solo movimiento que agrupe a todas, ni tampoco la lucha dispersa en movimientos pequeños parecen soluciones óptimas para derrotar a la clase dominante y acabar con su sistema. Ante esto, la alternativa es clara: La coexistencia de organizaciones pequeñas y también movimientos amplios y aglutinadores que funcionen como coordinadores y difusores de las diversas luchas y movimientos. Pero, ¿como debe organizarse esta forma de lucha? ¿qué papel deben tener las organizaciones pequeñas y cuál los grandes movimientos?

Para ayudar a responder a estas preguntas me gustaría poner como ejemplo una lucha que creo es de las que mayores éxitos está logrando actualmente en España: el movimiento STOP DESAHUCIOS por el derecho a una vivienda. Este movimiento lo pone en marcha la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) hace ya unos años, sin embargo su éxito no es únicamente obra de la plataforma, sino de como es capaz de unir fuerzas y combinarse a la hora de actuar con otras pequeñas organizaciones como asociaciones de vecinos o partidos políticos, y también con movimientos amplios como el 15M que multiplican exponencialmente sus éxitos y capacidad de su lucha.

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